ODS, 5 cosas que deberían ocurrir y 3 que no

Ahora que celebramos 3 años del lanzamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, conviene hacer algo de memoria. Muchos recordarán los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se pusieron en marcha en el año 2000 y nos llevaron hasta 2015. Sin lugar a dudas, aquellos Objetivos del Milenio deberían ser la principal fuente de inspiración y de evidencia para saber qué cosas sí funcionan y qué cosas no. 

A modo de resumen, podemos tomar una frase del Informe Final que se elaboró en 2015, cuando los Objetivos de Desarrollo del Milenio llegaban a su fin.

Con esta sensación agridulce llegamos a 2015. Contentos por los avances, pero desesperados por el camino tan largo que quedaba por recorrer. 

Algo similar podríamos decir hoy en día de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Tres años después de su lanzamiento, el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2018, elaborado por Naciones Unidas nos dice que si bien en general las personas viven mejor que lo que lo hacían hace una década, el progreso para asegurar que nadie se quede atrás no ha sido lo suficientemente rápido como para cumplir con las metas de la Agenda 2030. De hecho, la tasa de progreso mundial no está logrando seguirle el ritmo a la Agenda para cumplir con sus ambiciones; es necesario que los países y las partes interesadas a todos los niveles tomen medidas inmediatas y aceleradas. Es decir, si seguimos así lo más probable es que la frase de 2015 que mencionaba anteriormente podamos repetirla en 2030. 

De hecho, según las proyecciones que se están realizando no parece que los ODS vayan a ser un éxito, a pesar de los avances. 

Sinceramente, confío que no sea así. Los niños y niñas que ahora tienen 8 años tendrán entonces 20 años y la verdad es que pensar que ese es el panorama con el que van a tener que lidiar no es nada reconfortante. 

Si miramos hacia nuestro país, las cosas son, más o menos, similares. Estamos mejor, pero no podemos estar satisfechos. Ocupamos el puesto 25 en el ranking global de países y, siguiendo con el gusto por los colorines de Naciones Unidas, hay poco verde en nuestro score. 

Si esto fuera el CIS, diríamos que estos datos no recogen el efecto Alto Comisionado para la Agenda 2030. Esperemos que esta iniciativa, acertada desde mi punto de vista, haga que las cosas cambien pronto. 

Dicho esto, veamos 5 cosas que, desde mi punto de vista, sería bueno que ocurrieran y 3 que quizá sería mejor que no:

Entre las que sí creo que deberían ocurrir….

  1. Ha sido una gran idea cerrar los ODS fomentando las alianzas a través de la revitalización de la Alianza Mundial para el Desarrollo. Esto está siendo un gran marco para que empresas, entidades cívicas y gobiernos colaboren. Sin embargo, echo en falta más colaboraciones entre las propias ONG, entre las empresas y entre los gobiernos. Está muy bien que las empresas se sienten con las ONG o los gobiernos para poner en marcha iniciativas conjuntas, pero creo que sería fantástico que también las empresas se sentaran entre ellas para analizar que podrían hacer ellas, sectorialmente o territorialmente, de manera conjunta para dar respuesta a los ODS. Y lo mismo podríamos decir de las entidades cívicas y los gobiernos. 

De hecho, entre los cientos de documentos, y no exagero, que los ODS están generando, sólo he podido encontrar uno que aborda la participación de las empresas desde una perspectiva sectorial y, por cierto, lo que dice tiene todo el sentido del mundo. 

  1. Los ODS son una fuente casi inagotable de inspiración para el emprendimiento social. Plantean muchísimos retos que tiene el planeta a los que se puede dar respuesta desde la innovación y el desarrollo de modelos de negocio sostenibles y buenos para el planeta. Emprender y poner en marcha empresas con el objetivo de resolver una necesidad social y generar un impacto positivo en el mundo es una necesidad imperiosa de nuestro mundo y, seguramente, sería de gran ayuda para alcanzar los ODS que hubiera iniciativas empresariales dispuestas a emprender el camino de desarrollar negocios sostenibles que mejoren el planeta. 

En esta línea están trabajando organizaciones como Ashoka, Impact Hub o Social Nest. 

  1. Y para emprender a escala global, como siempre, hace falta inversión. Es decir, inversores dispuestos a poner su dinero para desarrollar negocios que tengan un retorno frente al riesgo que asumen. En este caso, además del retorno para su inversión, el retorno es para el planeta, así que habría que incentivar a la inversión para que sus recursos fueran a parar a start ups dispuestas a buscar ambas cuestione: el retorno económico y el impacto positivo en la sociedad. 

De hecho, hay ya muchos estudios, reportes e incluso índices bursátiles que están mostrando que invertir en este tipo de empresas es un buen negocio, pues tienen un retorno sobre la inversión incluso mayor y mejor que otras iniciativas.

  1. Los ODS se han posicionado claramente en las estrategias y políticas de empresas, ONG y Gobiernos, pero una vez más no conseguimos que lleguen a la ciudadanía de manera tan nítida. Ya nos podemos imaginar las respuestas si saliéramos a una céntrica calle de cualquier ciudad española a preguntar acerca de los ODS. 

De hecho, deberíamos saberlo, pero el gobierno de España ha decidido que, a pesar de tener datos sobre esta cuestión quizá sería mejor no conocerlos. Una tarea más para el Alto Comisionado para la Agenda 2030. 

  1. Medir es fundamental para saber los avances o retrocesos en la consecución de un objetivo, pero no podemos jugar una partida de tenis mirando sólo el marcador. Evaluamos nuestra acción para corregir los errores y fomentar los aciertos, pero en muchas ocasiones falta esta capacidad post evaluación cuando hablamos de acciones como los ODS. De hecho, a veces parece que lo importante sólo sea medir. 

Es imposible imaginar que una estrategia fijada a 15 años, como son los ODS, acertó en su definición desde su inicio, así que esperamos que Naciones Unidas tenga la capacidad de corregir las acciones que no están funcionando y profundizar en las acciones que sí lo están haciendo. No hace falta esperarse a 2030 para decir pues esto ha fallado y no lo hemos conseguido. 

Algunas cosas que creo que no deberían ocurrir son….

  1. Los ODS no son una moda, sino que reflejan el sufrimiento de millones de personas. Ya sabemos que las estrategias de comunicación son imprescindibles en el siglo XXI, pero no conviene olvidar el objetivo último para poner el foco en lo realmente importante. 
  2. Es fantástico que las empresas se hayan metido de cabeza en esta iniciativa, pero sería bueno también que su labor en estas cuestiones no fuera sólo para dejar el saldo a 0, sino que el saldo final fuera positivo. 
  3. No podemos llegar a 2030 y volver a decir bien, pero no. No podemos conformarnos con hemos avanzado, pero no se han cumplido las expectativas que teníamos. Está en nuestras manos que los ODS sean una realidad y, como decía la recientemente nombra Alta Comisionada para la Agenda 2030, Cristina Gallach, “somos la última generación que puede frenar el desastre”.